Rehacer la vida después de una separación con hijos es sencillo, pues la vida no está desecha. Lo complicado suele derivarse de la dependencia que se tiene a nuestra expareja, al matrimonio o a la zona de confort que creaba estar juntos.
Para rehacer la vida de manera saludable después de la ruptura es recomendable:
- Mantener la calma.
- Asesorarse legalmente.
- Cuidar la salud mental.
- No precipitarse en la toma de decisiones de la nueva vida.
- Entender que es una fase de cambio y entender que es normal que la ruptura nos afecte.
Las relaciones saludables son aquellas que saben estar juntas y separadas de una manera contractiva y responsable. Lo más difícil de muchas rupturas es suplir la dependencia creada a situaciones que pueden ser asimétricas, disfuncionales e injustas.
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Rehacer vida después del divorcio
Rehacer la vida después del divorcio no es difícil si el divorcio ha sido razonable y se muestra con la actitud adecuada. El divorcio en si mismo no supone una connotación negativa, pues es una decisión que se deriva de una necesidad. Evidentemente será más fácil la decisión de empezar a estar juntos que la de separarnos, pero ese es uno de los problemas, que socialmente vinculamos la ruptura con cuestiones negativas que no necesariamente debe de ser así.
Hay que partir de la situación de base como premisa inicial de que no es necesario rehacer la vida para ser feliz. Una persona debe de ser feliz por sí misma y, después, si así lo decide, unirse a otra persona que complemente una parte importante de su vida, pero no como una necesidad, sino como una decisión libre y consciente.
En relaciones anteriores en las que ha sido una tónica frases como no soporto a mi pareja, no quiero tener pareja, no soy feliz con mi pareja, esta situación previa condiciona las nuevas relaciones. Para poder rehacer la vida después del divorcio es necesario entender, sanar y superar la ruptura previa.
Rehacer vida con hijos
Rehacer la vida con hijos puede suponer una aparente dificultad, pero que realmente no es un problema, sino que requerirá un tipo de vida y nueva pareja específica que sea compatible con el cuidado y crianza de los hijos.
Cuando una persona no tiene hijos parece que se relaciona con parejas en las que la prioridad son solo la felicidad de los dos miembros de la pareja. En el momento en el que se tiene un hijo anterior existe un doble efecto. Por un lado es necesario que la pareja trate bien a nuestros hijos y que nuestros hijos acepten bien a esa posible nueva pareja.
No es sencillo que dos personas tengan compatibilidad como pareja. Que ya exista feeling entre hijos y nueva pareja puede ser aún más complejo. Pero no es que sea complejo, sino que hay que saber lo que se quiere y las relaciones que realmente son viables.
En muchos casos las grandes dificultades para encontrar nueva pareja y rehacer la vida con hijos por parte uno o los dos miembros de la pareja, es no ser realistas. Hay relaciones que objetivamente tienen gran dificultad para salir bien. Otras se pueden percibir como perfectamente compatibles y otras partir de una incompatibilidad que debería de hacernos reflexionar para no comenzar relaciones que por desgracia no son compatibles.
EN ocasiones la convivencia es el detónate de las desavenencias. No quiero vivir con los hijos de mi pareja, es una frase recurrente en parejas en las que uno de los miembros tiene hijos anteriores y que no saben compatibilizar correctamente los espacios familiares y de pareja.
No quiero hablar con mi ex pero tenemos un hijo, es otra cuestión que en ocasiones distorsiona la relación con la nueva pareja. El hecho de que la nueva pareja pueda tener celos o reparos de que se hable con la expareja a colación de los hijos comunes, puede ser una dificultad muy significativa en muchos casos.
El complejo de Electra o de Edipo puede ser un condicionante en los casos en los que los hijos tienen una vinculación disfuncional respecto de su padre o madre, y eso limita la naturalidad con la que se pueda desarrollar la relación con una nueva pareja.